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EL ESTRÉS INFANTIL

EL ESTRÉS INFANTIL
Dr Eduardo Hernández G.
Pediatra y Terapeuta de la Conducta Infantil.
En los últimos tiempos se ha hecho evidente el uso y el abuso de la palabra estrés, que se ha vuelto tan popular que ya forma parte del vocabulario cotidiano. Ahora bien, debemos abordar esta definición desde tres perspectivas, a saber:
A) el estrés como estímulo o acontecimiento,
B) estrés como respuesta adoptada por el organismo
C) estrés como interacción entre un organismo y su entorno.
Desde la concepción de estrés como estímulo, podría definirse como aquellos estímulos o acontecimientos ambientales que obligan a llevar a cabo cambios adaptativos por parte del sujeto (en este caso del niño) sobre el que inciden, provocándole un aumento de la tensión emocional y dificultando los patrones normales de respuesta. Las categorías que engloban tales acontecimientos son las siguientes (Elliot y Eisdorfer 1982):
* estresores agudos, limitados en el tiempo (por ejemplo, la visita del niño al dentista);
* secuencias estresantes (por ejemplo, la muerte de uno de los padres del niño);
* estresores intermitentes crónicos (por ejemplo, exámenes escolares);
* estresores crónicos continuos (por ejemplo, que el niño sea objeto de abusos físicos recurrentes por parte de sus padres).
Desde la perspectiva del estrés como respuesta, se hablaría de reacción de estrés, esta visión es adoptada por numerosos autores. Ellos operativizan tales reacciones en términos de alteraciones perceptivas, motivacionales, conductuales, etc.
Ante un mismo acontecimiento estresante, dos niños pueden tener dos respuestas totalmente distintas entre sí. Este carácter diferencial de la reacción de estrés introduce la tercera de las concepciones del término estrés, aquella que lo aborda como una interacción entre el niño y su entorno. Desde esta tercera perspectiva queda conceptualizado como una desproporción o desequilibrio entre las demandas ambientales que acontecen sobre el niño y las respuestas que produce al verse enfrentado a ellas.
Factores de los que depende la reacción infantil de estrés.
No se puede establecer una relación fija entre el evento estresante y la respuesta que éste provoca en el niño, ya que ésta puede ir desde el extremo de la adecuación/adaptación hasta el polo opuesto de la inadecuación/desadaptación a los requerimientos del medio. Con esto se pueden establecer diferencias no sólo interindividuales, sino también, dada la inestabilidad propia de la infancia, intraindividuales entre diferentes situaciones y momentos en la vida del niño.
En definitiva, los factores de los que va a depender la reacción de estrés del niño incluyen: las características del estresor, las características del niño estresado y las características del entorno social en el que se halla el niño.
1- Factores relacionados con las características del estresor:
Resulta obvio que no todos los acontecimientos estresantes van a tener el mismo potencial nocivo para el niño. Así, por ejemplo, un evento estresante como puede ser el nacimiento de un hermanito, en principio, resultará menos lesivo para el niño que la pérdida de uno o ambos padres y el proceso de duelo subsiguiente también será diferente.
Además por la naturaleza propia de los acontecimientos estresantes, podemos clasificarlos en las siguientes dimensiones (Milgram 1989):
a) Estresores originados dentro del círculo familiar frente a estresores originados fuera de la familia.
El hecho de que los estresores tengan lugar en el seno del hogar, va a aumentar considerablemente su probabilidad de ocurrencia, así como el tiempo de exposición del niño a los agentes estresantes. Por tal motivo, se puede pensar que estos estresores serán más perjudiciales para la salud tanto física como emocional del niño. Estresores dentro del ámbito familiar son entre otros: divorcio o separación de los padres, duelo de uno o ambos padres, maltrato físico por parte de los padres, abusos sexuales en el hogar, etc.; circunstancias todas ellas que tienen una repercusión negativa sobre el bienestar emocional del niño.
b) Estresores que actúan sobre el niño como sujeto frente a estresores que inciden sobre el niño como miembro de una familia o de un grupo de niños.
En este caso, los primeros representan una mayor repercusión en la salud mental del niño.
c) Estresores asociados a victimización primaria del niño (ser objeto directo de acontecimientos adversos) frente a padecimiento como víctima secundaria (presenciar o tener conocimiento indirecto de tales actos).
d) La duración de la exposición a los estresores.
Los agentes estresores pueden durar desde unos minutos (por ejemplo, ser testigo de un crimen), horas (por ejemplo, padecer un secuestro en el autobús que lo lleva al colegio), o días (por ejemplo, ser víctima de maltrato físico por parte de sus padres).
e) El carácter reversible o irreversible del acontecimiento estresante y de sus consecuencias, siendo los irreversibles los que tienen efectos más nocivos sobre el niño.
f) El origen o naturaleza del estresor.
Si es humano como por ejemplo ser víctima de maltrato físico o consecuencia de fenómenos de la naturaleza. Por regla general, producen más perjuicios en la salud infantil, aquellos estresores que son consecuencia de comportamientos humanos intencionados, por ejemplo, abusos sexuales en la infancia.
2- Factores relacionados con las características del niño
Se sabe que el mismo acontecimiento estresante no tiene las mismas repercusiones en todos los niños, va a depender del grado de vulnerabilidad del niño para padecer una perturbación relacionada con el estrés. Esta vulnerabilidad está conformada por todos los recursos y estrategias de los que dispone el niño y que se pueden dividir en dos grandes categorías: personales (edad, sexo, habilidades sociales, autoestima, etc.) y ambientales (nivel socioeconómico, salud mental de los padres, ambiente familiar, sistemas de apoyo y estilos de crianza) (Buendía y Mira, 1993).
3- Factores relacionados con las características del entorno social.
En este punto son de especial importancia, de cara a la prevención y tratamiento de las posibles reacciones estresantes en el niño, las redes de apoyo social de las que disponga éste. Este apoyo social (Thoits, 1986) ayudaría, entre otras cosas, a que el niño pudiera definir, comprender y afrontar (de acuerdo a su grado de desarrollo) las situaciones problemáticas que se le puedan presentar; compartir con otros semejantes experiencias similares; y obtener ayuda material y psicológica de las personas que componen su red de apoyo.
Por todo lo antes expuesto sólo queda la reflexión de lograr como padres tener un niño sano, con un adecuado desarrollo evolutivo, con sólo dos grandes actividades que hacer, estudiar y jugar, que pertenezca a una familia que lo quiera, emocionalmente estable, operativa y donde se le respeten los derechos que todo niño tiene, de tal forma que los eventos estresores que le toquen vivir tengan la menor repercusión emocional posible.
Así mismo se impone la necesidad de la prevención de posibles situaciones estresoras, donde la comunidad (escuela y sociedad), juegan un papel importante.
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