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Vida post parto Madres por Naturaleza?

Madres por Naturaleza?
Las madres son idealizadas como Santas o como Satanás. No importa cómo la mire el crítico de turno experto en temas maternales, una madre para bien o para mal, siempre será la responsable de todo cuanto suceda en la futura vida de sus hijos. 
Por Natasha Pérez



Como cada ser humano -en este planeta, al menos- necesita una madre para nacer, todos pensamos que podemos hacer grandes decálogos acerca de la maternidad. La culpamos por trabajar y no dedicarle tiempo a sus chicos; la culpamos por no trabajar y no tener una carrera que siente el ejemplo. La acusamos de sobreprotección al no darles la libertad necesaria para la vida; la acusamos de criminal por enviarlos, solos y a muy temprana edad, al cruel mundo del pre-escolar. Todo el mundo cree tener la clave para convertirla en la mejor mamá del mundo, pero ¿por qué mejor no nos callamos la bocota y la dejamos SER aquello para lo cual la naturaleza la hizo con tanta perfección?
Porque no podemos, ni ellas lo desean. Es simplemente sorprendente, cómo la naturaleza y la sociedad preparan a la mujer toda su vida para el gran evento de ser madre y, cuando llega el momento, ella misma se da cuenta que no tiene ni idea de qué es lo que tiene que hacer. No en vano vamos desesperadas en busca de libros y anécdotas de abuela, para encontrar una guía, una luz en ese camino tan tenebroso.
Experiencias tortuosas
No, no hablaré en este apartado de los terribles dolores de espalda que le darán mientras esté embarazada o de los espeluznantes dolores de parto. Según lo expertos, todo eso se le olvidará en cuanto mire la cara de su bebé recién nacido. Pero una vez que se ha superado la etapa de lactancia, los primeros meses y el pañal; una vez que hemos vistos sus primeros pasitos y oído sus primeras palabras nos vamos dando cuenta que aquello que otrora fue un "milagro de la naturaleza", se va transformando en una experiencia terriblemente tortuosa. Muy entristecida reconoce que toda la retahíla de libros que compró no le sirven para nada, pues en ellos se habla de niños normales y en este mundo, al menos en esta dimensión, no existe tal cosa.
En un principio, las madres son heroínas, el modelo a seguir. El mito comienza a romperse con las primeras decepciones maternales. El abandono escolar (o evento en el que cruelmente dejamos a nuestros niños solos y desamparados entre un montón de extraños) es la primera de esas decepciones. Claro, que la víctima de nuestra crueldad olvida la terrible experiencia en cuanto se ve rodeada de un mundo de juegos, juguetes y canciones.
Algunos piensan que el pre-escolar es para los chicos, pero la verdad es que no se trata sino de una prueba que los dioses le han impuesto a padres y maestros para determinar su fuerza, paciencia y ganas de contribuir con la evolución de la especie.
Entre gritos y pataletas
El primer día del colegio la mayoría de los chicos están nerviosos y temen a esa sensación de total abandono. Lloran, gritan y patalean en un esfuerzo sobrehumano para hacerla sentir culpable y que, de esta manera, usted le permita el regreso a casa. Algunos padres se sienten tan miserables que regresan a casa con su niño bajo el brazo, un error que puede costar muy caro. Después de ello, no podrán jamás hacerlos regresar a la institución en cuestión. Cualquier evento o circunstancia será utilizada como excusa: enfermedades terminales, accidentes fatales o cualquier situación propia del realismo mágico.
Del morral y las tareas
La tendencia materna es equipar el bulto con todos los implementos de supervivencia escolar necesarios para sobrevivir 6 horas continuas entre monstruos y engendros ajenos. Hojas de papel (blanco, rayado y a cuadros) pega, plastilina, tijeras sin filo, creyones y curitas entran dentro del bien equipado bulto del colegio. Hoy en día existen unos modelos maravillosos con ruedas que le permiten a su hijo arrastrar todo el cargamento. En mi época, este útil kit de supervivencia me costó una escoliosis doble que aún estoy pagando (sin contar cuán caro lo pagó mi madre en las sesiones del traumatólogo y el fisioterapeuta).
El regreso a casa
Llegan cual cavernícola que no ha logrado cazar al mamut. Muertos de hambre y embarrados de todas las marcas posibles de témpera, chocolate, tierra y plastilina. Una vez que lleguen a la casa, no olvide -por favor- revisar su bolso, no sea cosa que lo encuentre lleno de mangos verdes, el monedero de la maestra o la gelatina que mandó para la celebración del día del árbol… hace dos semanas.
Otro de los motivos por los cuales siempre es bueno revisar el dichoso morral es porque, con frecuencia, se encontrará con que su chico debe llevar una gran lista de elementos que serían fácilmente obtenidos por el dueño de una ferretaerría o por cualquier comerciante internacional de renombre. Materiales como piel de erizo, piedras hexagonales o trozos de bambú vietnamita son tan sólo una muestra de las cosas a conseguir. De no triunfar en su búsqueda, su hijo regresará a casa con una vergonzosa copia de la lista engrapada en la camisa, símbolo de que TODO el colegio ya sabe que usted es considerada una MADRE INEFICIENTE.
Pero no se alarme, los maestros le darán el tiempo suficiente para que pueda conseguir todo lo solicitado (el lapso oscila generalmente entre una tarde y un día). La presión no es tanta como se puede llegar a pensar, sobre todo porque su hijo le aliviará el proceso cuando se ponga a llorar desaforadamente al pensar que será "el único en el salón que va a llevar una rana rosada en vez de las tres amarillas que pidió la maestra". Cualquier falla en este importantísimo momento de su crecimiento puede repercutir en su futuro. Nada peor que visualizar a su hijo siendo, de adulto, un mendigo sin casa porque usted no fue capaz de buscar la raza de anfibios apropiada cuando él tenia 5 años.
Esas máquinas asesinas
Los días de viajes y paseos tienen a las madres con el corazón en la mano de la preocupación. El simple hecho de pensar que su pequeña mano pueda quedar atorada en cualquiera de las complejas máquinas que siempre hay en esos paseos, le pone los pelos de punta a cualquiera pero, por cierto... ¿a quién se le ocurrió la genial idea de llevar a unos chicos a una fabrica de salchichas, en primer lugar?
Eso de que al chofer del autobús escolar se lo lleven directo al psiquiatra ni se compara con el estrés de una madre. ¿A quién le importa que una semana después del bendito paseo, él aún no haya logrado sacarse de la cabeza la melodía de "Mil elefantes se balanceaban..."? Total, estar tres horas con 80 engendros no es igual a estar con el suyo todo un día, todos los días. Él no es mamá, qué va a saber él lo que es estrés.
En la lista negra
¿Cómo que la citaron por mala conducta de su hijo???? - ¡¡¡Pero, si mi hijo es un adorable angelito!!!- dice usted. La verdad, es que Ud. bien sabe que es un monstruo con tentáculos, con miles de tentáculos, pero duele demasiado el reconocer públicamente que un hijo de uno fue capaz de clavarle un lápiz en la mano al hijo de la vecina, sólo porque el muy infeliz no se dignó a regalarle a su hijo el lápiz que a él tanto le gustaba (¡habráse visto tanto egoísmo!!).
Usted estaba dispuesta a todo, defendería a su hijo a capa y espada de los temibles agresores escolares, pero, de alguna manera, (aún no sabe bien cómo), usted terminó, no sólo avergonzando a su hijo con un regaño en pleno patio central, sino que además firmó un acuerdo para llevarlo al psicopedagogo dos veces por semana. Este es uno de esos momentos en que su hijo deja de verla como la heroína, ahora usted no es más que la viva encarnación de la abominable bruja de las nieves. Tranquila, algún día él se dará cuenta de que todo lo hizo por su bien.
Sin ánimo de querer proclamar las leyes para ser la mejor madre del mundo, me atrevo a insinuar que ser madre es un largo proceso que sólo se consigue a través del amor, paciencia y resignación. Si está de acuerdo conmigo, ¿no piensa acaso que no existe tal cosa como ser madre por naturaleza?.
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