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Autoestima y seguridad ¿Soy un niño lindo?

Autoestima y seguridad ¿Soy un niño lindo?
Desde temprana edad los niños captan lo que una sociedad entiende como bello, por lo tanto, su imagen corporal pasa a ser un tema significativo. Como su lenguaje y pensamiento es global, ser lindos constituye una característica de algo positivo, esperable y deseable, que se relaciona con sentirse aceptados y queridos por los demás.

Para la psicóloga infanto-juvenil, Carolina Gallardo, la imagen corporal ayuda a las personas a saber quiénes son. “Para los niños es importante escuchar de parte de sus padres que son lindos, porque ellos son su modelo, su referente más significativo. Desde siempre aprendemos a amar lo bello y rechazamos aquello que es extraño o que no se ajusta a los cánones culturales de belleza, por lo tanto, sabernos lindos para nuestros padres refuerza nuestra percepción de ser amados”.

El juicio e imagen de si mismo se construye en una primera parte por la ‘fotografía’ que entregan los padres sobre la imagen personal. Luego se integran los hermanos, amigos y otras personas importantes en su historia. Con estas opiniones el niño va formando su propio juicio y auto-percepción, lo que construirá en un futuro su personalidad.
Los pequeños tienen, según la especialista, una percepción muy sutil. “Son capaces de darse cuenta que el ser gordos, feos o poco hábiles los predispone a ser menos amados, deseados y aceptados por parte de otras personas”, indica la psicóloga.

Esta idea surge a partir de una crítica constante por parte de sus figuras primarias de amor, como sus padres, la formación de su autoestima se vería dañada, y no sólo por ser poco agraciados, sino porque aquellos que deberían amarlos incondicionalmente tienen más presentes sus carencias que sus aciertos.

Fuerza y belleza
Las diferencias entre niños y niñas con respecto a la valoración de lo físico es cada vez mayor en la medida que avanzan hacia la adolescencia. Estas diferencias son parte del proceso de socialización y obedecen a cánones de belleza culturalmente aceptados. Los estudios muestran que en relación a las valoraciones de lo físico hay diferencias entre lo que aprecian los niños y las niñas.

A ellos les importa destacarse en las destrezas físicas, la capacidad para los deportes, la fuerza y la resistencia. Según explica la psicóloga Neva Milicic, los niños que se perciben a sí mismos con pocas destrezas físicas “suelen tener severos problemas de autoestima física. En cambio, los niños que se perciben como buenos deportistas y capaces de defenderse logran una buena autoestima en esa área”.

Para las niñas en cambio, aunque los deportes también son importantes, la belleza, la armonía de los movimientos y la suavidad son mucho más relevantes. Ellas prefieren el ballet, la gimnasia rítmica y la danza más que el fútbol, por ejemplo. Pero es la imagen personal la que tiene mayor relevancia en las niñas para confirmar su autoestima. Y es aquí donde ellas parecen tener más dificultades que los hombres.

Los trastornos alimenticios, como la anorexia, bulimia y sobrepeso tienen que ver entre otras cosas, con una autoestima muy baja y no reforzada en los primeros años, y en donde los padres han estado ausentes en el reforzamiento de la imagen personal. Generalmente, la madre es especialista en transmitir la enorme presión cultural y social de que las niñas tienen que verse lindas. Esto reproduce un círculo vicioso que las inseguriza, ya que si no es la madre quien las encuentra bonitas, entonces ¿qué se espera del resto?.

Valorar a los hijos
Si bien la sociedad valora mucho la belleza, este no es el valor principal que la familia debiera cultivar. Para Carolina Gallardo “los hijos deben ver en sus padres un modelo de respeto hacia los valores interiores de las personas, hacia la dignidad, la tolerancia respecto a las diferencias y la no discriminación”.
Agrega que se deben formar niños que comprendan que la belleza es un regalo que cambia con la edad, “tanto en su manera de apreciarla como en la forma en que la valoramos. Esto nos permite envejecer amando nuestros cambios y observar en los otros no sólo su apariencia física, sino también su interior”.
Neva Milicic sugiere también que “a los niños se les puede señalar un aspecto positivo, aunque no sea perfecto. En cambio hay que abstenerse de señalar las deficiencias, sobre todo en público. Los efectos de comentarios como, “tu aspecto deja mucho que desear o estás impresentable”, además de dañar en forma impredecible la autoestima física, deteriora de manera significativa la relación padre-hijo, dejando una huella difícil de borrar”.
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