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Hijo Ideal

Pensamientos maternos: La fantasía del hijo ideal
Durante su embarazo, Manuela imaginó que su hijo sería blanco, rubio y con ojos grandes. Sin embargo, nació con pelo negro y piel oscura. “Al principio me impacté porque no tenía nada que ver con lo que había previsto”. Asimismo, Ignacia pasó todo el embarazo pensando en que tendría un parto natural. Hizo clases de yoga y asistió a todo tipo de clases de pre-parto. Sin embargo, su hijo nació por cesárea y aunque ya ha pasado algún tiempo, no deja de sentir que su hijo al que soñó sano, pueda ser menos inteligente por esta razón.

Lo más natural en una futura madre es que desarrolle fantasías de cómo va a ser su bebé e, incluso, piense en el parto ideal. Puede imaginar su aspecto, ciertas características de personalidad y el carácter que tendrá. A todas las madres les preocupa además que su hijo nazca sano físicamente. Entre este cúmulo de ideas que se representa, forjará la imagen de un bebé "ideal", que no siempre coincide con el bebé "real" que nace.

El psicólogo Felipe Lecannelier, candidato a doctor en la Universidad Autónoma de Madrid -con especialización en la University College of London y en el Anna Freud Center- es especialista infantil y una de las personas que más ha trabajado en entender la salud mental de los bebés y la relación madre e hijo en Chile. “En una jerga más técnica, se suele llamar a los pensamientos maternos “representaciones maternales” o “representaciones fetales”. Este es un término que surge como una inspiración psicoanálitica, pero en la actualidad se ha convertido en una de las áreas de estudio más empíricas y sistemáticas de lo que se conoce como psicología del embarazo”.
Algunos pensamientos
Según la corriente psicológica que pone este tema en reflexión, entre los pensamientos que más relevancia surgen en la madre embarazada prima aquel que se refiere a los sentimientos que experimentará ella misma cuando lo cuide y atienda. Esta preocupación casi siempre viene determinada por la relación que ella misma tuvo en su niñez con sus padres, aunque muchas veces la futura madre no es consciente de ello.

El psicólogo Lecannelier explica que las evidencias muestran que estas representaciones no suelen activarse hasta el segundo trimestre del embarazo, y que se desarrollan con las primeras sensaciones fetales que experimenta la madre. Desde el segundo trimestre, estas representaciones suelen ir aumentando en cantidad y calidad. Pero los estudios muestran que durante las últimas semanas suelen desaparecer. “En esta etapa la diferencia entre el bebé imaginado y soñado no es tan grande y discrepante, en comparación con el bebé real.

Se podría decir que las últimas semanas del embarazo suelen preparar a la madre para hacer la transición de la madre psicológica -llena de expectativas, deseos, fantasías e ideas- a la madre real”, agrega el psicólogo.
El impacto biológico
En la actualidad, se estudian determinados procesos sicológicos durante el embarazo que influyen en el dolor del parto, en la relación con el médico, en los niveles de estrés de la madre y en algunos procesos biológicos. Sin embargo, no se sabe muy bien cuáles son los procesos psicológicos específicos que afectan el desarrollo físico del embarazo, por lo que se plantea que podrían ser estas representaciones maternales los procesos mentales adecuados para comprender cómo es que lo psicológico afecta lo físico.

El psicólogo Lecannelier cuenta que “junto con algunas personas, hemos elaborado un proyecto de investigación con el objetivo de establecer una relación entre estas representaciones maternales, el nivel de cortisol, de estrés de las madres en el embarazo y de los bebés, con el propósito de elaborar diversas estrategias de intervención en las mujeres embarazadas, y durante los primeros meses de vida de los niños”.

Se sabe por ejemplo que la voluntad de no tener un hijo, nutrida por pensamientos maternos desordenados, principalmente en las primeras semanas -cuando el huevo aún no está suficientemente anidado en el útero- podrían producir un aborto espontáneo.
Fantasía versus realidad
Existen muchas intervenciones tempranas para mujeres embarazadas y durante los primeros años del bebé. Dentro de éstas, una de las más reconocidas es lo que se llama “psicoterapia para padres y bebés”. Ésta es un tipo de intervención psicológica que se realiza con los padres y el bebé presente en las sesiones. Su objetivo es aumentar y flexibilizar la calidad del apego entre los padres y su hijo, a través de la comprensión de sus propios procesos mentales y de apego con niño.

Los estudios muestran que cuando las madres cambian las representaciones dañinas o negativas que tienen hacia su bebé, automáticamente cambia su conducta de apego con su hijo. Por lo mismo, estas representaciones maternales son un foco vital en la terapia.
El psicólogo Lecannelier señala que en este tipo de intervención, uno de los aspectos más importantes a evaluar es justamente las representaciones de los padres. “Yo he tenido madres que tienden a desarrollar muy pocas representaciones de sus futuros hijos. No han pensado sobre cómo va a ser, a quien se va a parecer, o aspectos mas básicos como su nombre, su aspecto físico o su futura personalidad.

Estas madres tienden a pensar que el nacimiento del bebé no les va a cambiar la vida y hablan de volver a trabajar rápidamente o cosas por el estilo. Lo más curioso, es que se observa en ellas una tendencia a minimizar la importancia del momento que están viviendo y de la afectividad con sus futuros hijos. Generalmente, estas madres han tenido una historia de poca intimidad y afectividad con sus propios padres”.
Según Lecannelier, esta actitud ‘evitante’ con el bebé, es la expresión de haber vivido una historia familiar en donde probablemente la falta de cariño, de afectividad y de expresión de emociones sobre las relaciones afectivas, fue la tónica base del patrón familiar. Muchas veces los pensamientos maternos no tienen que ver con la realidad, y como explica Lecannelier, esto genera frustración, desilusión y negación.

Por esta razón, las expectativas que se ha hecho la madre son significativas pero también debe aprender a vivir con mayor flexibilidad el profundo cambio que experimenta. La constelación maternal es un mundo propio tan profundo y completamente normal en la vida de la mayor parte de las madres, que cambia todo el universo psíquico de las mujeres.

Tras el nacimiento del hijo, las madres experimentan un reordenamiento profundo de intereses y preocupaciones, “que pasan a centrarse más en su propia madre que en su padre, a tener más que ver con su madre como madre, que con su madre como mujer o como esposa. A tener más que ver con las mujeres en general que con los hombres, a tener más que ver con el crecimiento y el desarrollo que con la carrera profesional, a tener más que ver con su marido como padre y referencia para ella y el bebé, que con su marido como hombre y compañero sexual, y a tener más que ver con su bebé que con casi todo lo demás”. El pensamiento materno es, entonces, la antesala de la aproximación a este cambio profundo.
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