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Edad y fertilidad: Una carrera contra el tiempo

Edad y fertilidad: Una carrera contra el tiempo
Desde niña, María Luisa siempre se caracterizó por ser muy ordenada y planificada. Luego de terminar sus estudios universitarios, ella y su entonces pololo optaron por perfeccionarse en el extranjero y sólo contrajeron matrimonio cuando ambos tenían 31 años. La intención de disfrutar un tiempo solos como pareja y la búsqueda de estabilidad económica y emocional, llevó a que ella y su marido se “pusieran en campaña” para tener hijos sólo dos años más tarde.

Tras sólo un mes de dejar los anticonceptivos, María Luisa notó la ausencia de su período menstrual y creyó con emoción que se encontraba embarazada: esperó unos días y se realizó un test cuyo resultado fue negativo. Luego de varios meses sin la llegada de la regla, la joven decidió consultar con su ginecólogo. Tras un exhaustivo chequeo médico y varios exámenes y seguimientos, María Luisa se enfrentó a un diagnóstico que nunca habría imaginado: la prolongada ausencia de menstruación estaba lejos de constituir una señal de embarazo.

Los estudios arrojaron que la joven se enfrentaba al fin de su ciclo reproductivo, puesto que padecía de menopausia precoz. Comenzó así para ella y su pareja una larga, desgastante y costosa batalla por ser padres, la que tiene como principal enemigo la edad de María Luisa y el implacable paso del tiempo.
Maternidad postergada
Si bien el caso de María Luisa no es muy frecuente, el doctor José Andrés Poblete, gineco-obstetra de la Pontificia Universidad Católica de Chile, afirma que existe una clara e innegable relación entre la edad de la mujer y su posibilidad de embarazo. Al respecto, el especialista señala que “estadísticamente existe una reducción de la fertilidad femenina a partir de los 35 años, la cual se hace nula con la llegada de la menopausia”, indica Poblete.

Esta realidad parece ser ignorada por muchas mujeres, quienes sólo reparan en la edad cuando se enfrentan a dificultades para concebir. Los avances en materia de fertilización asistida y su constante difusión en los medios de comunicación han contribuido a generar la idea errónea de que un embarazo es algo simple de conseguir, que existe un tratamiento rápido y eficaz para cada patología que pueda impedirlo y que la edad de la madre no constituye en absoluto un obstáculo para tener un hijo.

Por otro parte, los cambios sociales de las últimas décadas, como la participación cada vez más activa de la mujer en el mundo laboral y la valoración de su realización profesional e independencia económica han contribuido a aumentar el porcentaje de matrimonios tardíos, sobre los 30 años, lo que ha postergado la edad de la madre en la búsqueda del primer embarazo, desplazando hasta en 10 años el inicio de ésta.

Sin embargo, no hay que olvidar que ni los más positivos cambios sociales, ni la más avanzada tecnología en materia de reproducción asistida, son capaces de alterar una verdad rotunda e inmutable de la biología humana: a diferencia de los hombres, quienes a lo largo de su vida producen nuevos espermatozoides, la mujer nace con un número determinado y limitado de óvulos, cuya calidad genética y viabilidad se reduce con la edad.
Fertilidad en descenso
Las estadísticas indican que en condiciones normales, entre los 18 y 30 años aproximadamente, la tasa de fecundidad humana es de 25%, es decir, de cada 100 parejas que mantengan relaciones sexuales sin medidas de prevención durante su período fértil, 25 de ellas lograrán embarazarse durante el primer mes de intento. Al cabo de un año, en una población normal la mayoría de las parejas -aproximadamente 80 de cada 100- debiera conseguir un embarazo. No obstante, los estudios señalan que entre los 30 y 36 años, en promedio, la fertilidad disminuye en un 20%, mientras que entre los 36 y 40 años la reducción de la fertilidad aumenta a un 40%.

Las dificultades para concebir se deben en similar proporción a factores femeninos y masculinos, destacando principalmente la ausencia de ovulación o irregularidad de ésta, malformaciones uterinas y obstrucción de las trompas de Falopio, en el caso de las mujeres, y la escasez, anormalidad, problemas de motilidad y vitalidad de los espermios, en el caso de lo hombres.

El doctor José Andrés Poblete indica que cuando en una pareja con dificultades para concebir la edad de la mujer es avanzada, se debe sospechar de ésta como principal factor que impide la gestación.

“La disminución de la reserva ovárica, corresponde tanto a la disminución del número como a la calidad de los ovocitos que se encuentran en el ovario. Ello explica la mayor frecuencia de ciclos anovulatorios y por ende no concepcionales en las mujeres cercanas a los 40 años”, señala el profesional.
Las causas
Entre los factores que contribuyen al declive de la fertilidad a medida que aumenta la edad de la mujer se encuentra la endometriosis, patología en que el endometrio -tejido que reviste internamente el útero y que es expulsado durante la menstruación- se desarrolla y crece en forma anormal, extendiéndose a los ovarios y las trompas de Falopio. La endometriosis es la causante de entre el 5 y 15% de los casos de infertilidad femenina y aunque puede darse en la juventud, su incidencia aumenta en mujeres adultas.

Otro factor de infertilidad asociado a la mayor edad de la mujer lo constituyen las secuelas y la presencia de enfermedades inflamatorias pélvicas, provocadas por infecciones y enfermedades de transmisión sexual, las que pueden causar severos daños en el aparato reproductor femenino. En mujeres mayores este factor de riesgo se vería aumentado al considerar un mayor período de vida sexual activa, y presumiblemente, una mayor cantidad de parejas sexuales.

También constituye factor determinante de infertilidad la menopausia precoz, que ocurre cuando una mujer experimenta el cese de su función ovárica y de su menstruación en edad prematura, es decir, antes de los 40 años. Entre las causas de esta afección se encuentran los tratamientos de quimioterapia, cirugía ovárica, enfermedades como el lupus, diabetes insulino-dependiente e hipotiroidismo, entre otros.
Carrera contra reloj
El doctor José Andrés Poblete indica que aquellas parejas mayores de 35 años con problemas para concebir, en las que por medio de estudios se han descartado otras causas de infertilidad, pueden resolver su problema con la ayuda de medicamentos inductores de ovulación.

El especialista explica que estos tratamientos deben ser indicados y supervisados por un especialista, ya que aumentan la tasa de embarazos múltiples y pueden producir hiperestimulación ovárica, ocasionando graves trastornos en la mujer. Poblete agrega que algunas mujeres mayores, especialmente cercanas a la menopausia o perimenopaúsicas, pueden requerir de tratamientos invasivos, como el uso de técnicas de reproducción asistida, como la fertilización en vitro (IVF) o la inyección intra citoplasmática de espermatozoides (ICSI).

Aún cuando en algunas oportunidades los factores que dificultan un embarazo son fáciles de detectar y resolver, los expertos señalan en muchos casos los motivos que causan la infertilidad son difíciles de identificar y por consiguiente de tratar. Al respecto, en algunas parejas pueden pasar varios meses antes de que el especialista encuentre el motivo de la infertilidad y pueda entonces recomendar el tratamiento indicado. Esto adquiere importancia, cuando se trata de fertilidad reducida con la edad, donde el factor tiempo resulta decisivo.

Por ello, el doctor José Andrés Poblete afirma que las parejas deben sospechar de una reducción de la fertilidad y por ende deben consultar al especialista cuando se han expuesto al embarazo sin precaución durante un año y no han tenido éxito. Agrega que también deben consultar mujeres con reglas escasas, con intervalos mayores de 35 días entre cada período menstrual y quienes noten la aparición de síntomas como bochornos y sudoración nocturna.
Aún cuando el actual manejo de la infertilidad no constituye una garantía de embarazo para todas las parejas, es importante que se comprenda que la eficacia de los tratamientos en mujeres de edad avanzada va ligada al diagnóstico rápido y oportuno, que permita una intervención a tiempo.
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