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Infidelidad: Tres son multitud

Infidelidad: Tres son multitud
La infidelidad es uno de los motivos por los cuales cada día más y más parejas rompen relaciones, máxime cuando la mujer ­-antes más recatada en estas lides- se ha “soltado el moño” y le pisa los talones a los hombres en términos de estadísticas que cuantifican la frecuencia en que cada sexo es infiel. Pero ¿cuáles son las causas de la infidelidad? ¿Es un hecho cultural o innato? Y, si eres infiel, ¿es bueno que lo confieses o que calles?

Por María Consuelo de Lleras
La mayoría de los seres humanos consideramos la fidelidad como recaudo infaltable para establecer un contrato de pareja. Sin embargo, son muchos –hombres y mujeres- los que, de dientes para afuera pregonan esta premisa, pero tras telones, protagonizan uno que otro desliz. Entonces de qué se trata: ¿vivimos una doble moral o es que la aventura de engañar, arriesgándose a ser descubierto, es una sensación gratificante. El sicólogo italiano residente en Colombia, Walter Riso*, contesta preguntas claves sobre este álgido tema.

¿La infidelidad es una necesidad del ser humano, una actitud aprendida o un fenómeno cultural?
Los humanos nos debatimos entre dos tendencias biológicamente determinadas y opuestas: la variedad y la exclusividad. Las investigaciones muestran que ambas tendencias están arraigadas desde hace cientos de miles de años. A eso hay que sumarle lo cultural, que nos empuja igualmente a ambas cosas, sobretodo en los hombres: sea fiel y sea “macho”. Somos infieles por naturaleza y monogámicos de vocación. Y en esa lucha, cada cual decide para donde toma. Los hombres somos más infieles que las mujeres (se calcula que 65% le corresponde a los hombres y 50% a las mujeres), pero la diferencia ya no es tan grande.

En los países latinoamericanos las estadísticas de infidelidad han aumentado ¿Esto es porque ahora hombres y mujeres son más sinceros (sobretodo estas últimas) y confiesan sus debilidades en este sentido o el incremento es real?
Ambas cosas. Sinceridad, un poco, y emancipación femenina, bastante. Pienso que la liberación femenina trae más contacto con los hombres y con ello la posibilidad de más aventuras, de todas maneras la diferencia es clara: los hombres entran por el sexo y llegan al amor y las mujeres entran por el afecto y llegan al sexo. Si todo va bien se encuentran a mitad de camino, o quizás habría que decir, se estrellan. La mujer necesita conocer al hombre, estimarlo de alguna manera, sentirse próxima. Por eso la mayoría de las mujeres son infieles con individuos que están psicológicamente cerca: amigos del trabajo, de la universidad, vecinos, etc.

¿Cuánto de vanidad hay en la infidelidad?
Para las personas inseguras, llámase Don Juan o mujeres con baja autoestima (recordemos lo que sufre una mujer poco atractiva en nuestra cultura latina), la infidelidad puede resultar una manera ilusoria de levantar el ego, es decir, una falsa vanidad. No obstante, los narcisistas creen, erróneamente, que cuanto más se “cotizan” más valiosos son, y la experiencia demuestra lo contrario. La gente no vale por lo que tiene ni por sus conquistas sino por lo que es.

¿Hoy la mujer es más infiel que antaño o es que antes lo hacía pero era más hipócrita?
La mujer siempre, desde los egipcios hasta nuestros días, pasando por Grecia, Roma y el mundo cortesano, ha sido igual en lo que respecta a la infidelidad. El costo social de una mujer infiel es demasiado alto como para que no se cuiden de ser atrapadas. recordemos que la mujer es: fiel o ramera, y el hombre: fiel o “viril”. En todas la épocas las señoras han sido más cuidadosas que los hombres a la hora de “pecar”. Quizás por eso cuando una mujer es infiel el crimen es casi perfecto: no hay cuerpo del delito por ninguna parte, y si un hombre es infiel, las pistas son tan evidentes que hasta Mr. Magoo las podría encontrar.


¿Es sana la infidelidad para la pareja? ¿La repotencia o la deteriora?
Algunos dicen que sí, otros que no. La relación de amantes, cuya duración promedio es de uno o dos años, de acuerdo a mi experiencia clínica, es contraproducente en la gran mayoría de los casos (es difícil aceptar o perdonar un engaño sistemático y consistente durante tanto tiempo). En algunos casos, las personas reportan que las aventuras esporádicas -no afectivas, de días o semanas- han ayudado a valorar lo que tenían o han producido un revuelo interior constructivo. Hay otros casos en que de tanto picar, el affair echa raíces y ocurre la hecatombe.

¿La infidelidad exacerba la pasión? En este caso sería aplicable aquello de que “la prohibición hace el apetito”?
No cabe duda: la prohibición abre el apetito; pero si hay amor en cantidades suficientes, la tentación externa no influye tanto. La fidelidad no es ausencia de deseo sino autocontrol y evitar a tiempo situaciones que puedan comprometer. No podemos reducir el tema de la fidelidad solamente a la pasión sexual, hay muchos otros motivos.

¿La infidelidad debe confesarse?
Eso va con cada uno. Conozco casos en los cuales por confesar un beso furtivo y casi involuntario, se desbarataron parejas de varios años de matrimonio bien avenido. Independiente de la infidelidad en sí, yo pienso que cada uno debe tener un espacio de reserva personal, no necesariamente para “delinquir”, sino para autoafirmar su condición de ser independiente. Si dos personas se conocen de memoria y saben absolutamente todo respecto del otro, se perderá lo principal de una relación: la sorpresa, el asombro de descubrir cada día al ser amado. Si no hay sorpresa viene el aburrimiento, predicción total, letargo, separación.

¿Cómo afecta a los hijos la infidelidad de uno de sus padres?
La infidelidad, por donde una la mira y como quiera justificarse, al menos como muchos la definen, es engaño, mentira. Rompemos un pacto a traición. Hay pactos de libertad mutua donde la infidelidad no cabe, por definición. El mal ejemplo de engañar, estafar, mentir y romper la confianza básica de la pareja, siempre afecta a los niños. Claro que se ha demostrado que es mucho mejor una buena separación que un mal matrimonio. Sería preferible que la persona que se enamora de otra y decide separarse, lo dijera honestamente. Esto crearía menos trauma en los niños. El otro aspecto es que cuando uno es víctima de la infidelidad la depresión no demora en llegar y el sufrimiento del engañado se hace evidente para los hijos. En mi opinión la doble vida no deja títere con cabeza.

¿Por qué duele tanto la infidelidad? ¿Es un asunto de amor por la pareja o de amor propio?
Se destruye la confianza básica: la certeza de que nunca me harás daño intencionalmente. Y el que es infiel, al menos el que lo hace con premeditación y alevosía -como es el caso de los amantes- hace daño. Así se suministre anestesia, los cuernos lastiman el alma. La indiferencia, la frialdad afectiva y sexual, la agresión solapada, la mentira, causan mucho sufrimiento. Yo pienso que la gente que adquiere un compromiso debería pensar antes si es capaz de llevarlo a cabo o no. Además, a nadie le gusta compartir la pareja o perderla.

¿Cuáles son, por lo general, las huellas que quedan en la víctima de infidelidad?
Baja fulminante de la autoestima, estrés, rencor, miedo a sufrir, incredulidad, paranoia, depresión y aislamiento social. El amor propio aporreado se mezcla con la sensación de pérdida. Hay algunos casos, como los narcisistas donde el amor propio es el único afectado, como si le hubieran robado un carro. La infidelidad es la principal causa de violencia intrafamiliar y uno de los mayores motivos de consulta psicológica. El sacudón es total.

¿Cuánto hace por nosotros la revancha en caso de que nos sean infieles?
La venganza lo único que hace es agudizar los síntomas. Si le hago al agresor lo mismo que critico de él, me convierto en alguien como él. La revancha en el amor no es otra cosa que la incapacidad de aprender a perder, el mayor valuarte de cualquier sabiduría. Deponer las armas y salvar la dignidad es mejor que seguir en una lucha donde cada día me ensucio y desgasto más.

¿Son más infieles las mujeres o los hombres?
No sé. En general, en Latinoamérica, son más infieles los hombres, pero las mujeres se están acercando “peligrosamente”.

¿Es cierto que alguien es infiel porque no lo “tiene todo” en casa o esta es sólo una pobre justificación?
Cuánto mejor y más satisfactoria sea la relación, menos probabilidades de caer. Nadie está exento. Los que se creen invulnerables bajan la guardia, y el mejor antídoto contra la infidelidad, si alguien quiere ser fiel, es estar en alerta naranja, no roja (eso sería celotipia), sino naranja. La fidelidad es mucho más que amor.

(*) Walter Riso. Psicólogo especialista en sicología clínica. Universidad Nacional de San Luis (Argentina), Universidad de San Buenaventura (Medellín-Colombia) y Universidad de Norte (Barranquilla-Colombia). Profesor universitario e investigador además de autor de varios libros como Jugando con Fuego, Aprendiendo a quererse a sí mismo e Intimidades Masculinas, 
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