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EL NIÑO Y SUS ABUELOS

EL NIÑO Y SUS ABUELOS
Grupo Editorial Mis Niños Y Yo
Tu pequeño crece y a medida que lo hace sus pilares de seguridad van cambiando. Cuando está aprendiendo a caminar comienza a ser independiente, muestra su propia personalidad, pero depende totalmente de sus padres. Necesita ánimo para valerse por sí mismo y al propio tiempo, exige consuelo, comprensión y afecto permanentes para sentirse seguro.
A partir del tercer año se inicia una fase de imitación a los padres, siempre queriendo complacer y ser alabado. Es posible que a los cuatro resuelva posesionarse de uno de ellos (si es niña de papá y viceversa) e ignore al otro, fase que superará en cuanto cumpla seis años, cuando se le abre el maravilloso mundo del colegio: entonces los personajes protagónicos de su vida pasarán a ser la maestra y sus compañeros de clase.
Cuando en la familia hay abuelos cariñosos, el niño experimenta una sensación adicional de seguridad al tiempo que recibe amor a borbotones. Sus primeras experiencias de separación de mamá -cuando va a una fiesta, de compras o a hacer una diligencia- serán completamente indoloras si queda a su cuidado: ¡los abuelos tienen todo el tiempo del mundo para leerle cuentos o escuchar tantas experiencias interesantes que hay por contar!
Cuestión de apreciaciones

Por supuesto, las pautas disciplinarias que aplicas a tus hijos no serán las mismas que impongan los abuelos. Quizá ellos sean más estrictos en lo tocante a buenos modales o estarán más dispuestos a comprarles helados justo antes del almuerzo.

Los pequeños se adaptan fácilmente a estos cambios de régimen y no por algunas nimiedades fuera del contexto disciplinario diario, se verán frustradas las normas impuestas en casa por los padres. Hay que cerciorarse de que no se les ocurra decirle al niño que es un "cochino" si accidentalmente se orina encima o le obliguen a dormir con la luz apagada "para que aprenda", justamente cuando trata de enfrentar su miedo a la oscuridad.
Los unos para los otros

En esencia, los abuelos son valiosísimos y muy especiales para el niño. Sus años garantizan en su haber una reserva de leyendas, consejos e historias emocionantes que referir e inician a los pequeños en actividades y aventuras de un modo que a los padres, con frecuencia, les es imposible como: hacer tortas o galletas, sembrar plantas, tejer, pintar sobre un lienzo y hasta bordar.

Los niños, por su parte, proporcionan ilusiones especiales a los "viejos" y les permiten darse el lujo de malcriar de vez en cuando, cosa que jamás osaron hacer con sus propios hijos.

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